Ragna Debats y Pere Aurell, con su hija Onna, estuvieron 57 dias aislados en una zona inhóspita de Golfito, al sur de Costa Rica.
La familia Aurell, Ragna, Pere y Ona, puso fin a dos meses de confinamiento en una playa desierta situada en la amplia área de Golfito, al sur de Costa Rica. Los dos atletas de carreras de montaña y su hija Onna, de 5 años, vivieron una experiencia vital al límite que difícilmente olvidarán. Domingo -14 de junio- llegaban por la tarde llegaban al aeropuerto del Prat (Barcelona),- vía Paris.- desde San José, la capital de Costa Rica. En total 57 días confinados en la selva por la pandemia del coronavirus. Habian salido de Barcelona a primeros de diciembre de 2019 y no habian de regresar hasta finales de 2020.
Ragna Debats: «Realmente ha sido una experiencia surrealista pero extremadamente bella que nunca olvidaremos»
Sólo pisar el aeropuerto barcelonés Pere Aurell todavía medio zombi reconoció que «el tiempo pasó volando. Estoy muy satisfecho con la decisión que tomamos en su día con Ragna. Buscar un lugar remoto y en la naturaleza para pasar nuestro confinamiento. Qué suerte tuvimos de encontrar este fantástico lugar de la selva en Costa Rica, que nos ha enseñado tanto. Hemos aprendido a vivir con muy poco. Sin electricidad, sin cama, sin gas y sin cocina. Y lo que es más importante hemos aprendido a vivir al ritmo de la naturaleza, que es algo formidable. Nuestro día a día ha sido pescar, ir a buscar leña, entrenar, hacer fuego para cocinar y descubrir con Onna la fauna y flora local. Y una vez a la semana ir corriendo a Golfito a por algunas provisiones. En total eren 34 km ir y volver -17 km por tramo- y casi 1.500m positivos de desnivel en total, aunque a la vuelta con alrededor de 10 kilos en la espalda».
Pere Aurell: «Tuve cara a cara un puma mientras corria por la selva, pero el grito que pegué lo asustó»
Pere Aurell sólo reconoció haber tenido un susto durante estos dos meses en la selva. «Es muy difícil de ver, pero tuve cara a cara un puma. Con Ragna hicimos de un reto de correr desde la salida del el sol hasta la puesta. En total, 12 horas y 27 minutos desde la playa hasta la montaña que teníamos delante. En la subida que hacia doce, la sorpresa fue mayúscula al toparme con un puma. Al verlo le hice un grito de pánico (atácame por favor, que acabe el sufrimiento porque estaba muy cansado), pero del berrido la bestia dio media vuelta y se fue hacia arriba. Realmente ver en la selva un animal de esas dimensiones fue brutal. «
De la aventura existencial en Costa Rica, Ragna Debats destacó que «durante nuestra estancia, hemos vivido una vida extremadamente básica. Sin electricidad ni gas y con un suministro limitado de alimentos. Hemos conectado con la naturaleza de la manera más profunda que se puede imaginar y compartiendo nuestro entorno con una rica flora y fauna. Aprendimos mucho de los pueblos indígenas sobre la supervivencia y la verdadera amistad. Realmente ha sido una experiencia surrealista pero extremadamente bella que nunca olvidaremos «.
La pandemia del coronavirus los cogió en Costa Rica donde a primeros de abril debían participar en la Volcano Ultramaratón de 230 kilómetros. Se interrumpió bruscamente su particular Vuelta al Mundo, llamada Rolling Mountains. Viajar durante un año a los siete continentes y competir en cada uno de ellos en una carrera de montaña. Hasta quedar aislados sólo habian disputados dos carreras. La 4 Refugios de Bariloche y la Vibram Hong Kong 100k. De momento, se toman un respiro, pero prometen acabar su aventura entre deportiva y experiencial cuando las circunstancias lo permitan.
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