La bandera de un país o de una marca comercial, en la cima de la montaña, simboliza el éxito de la expedición.
Plantar una bandera en la cima de una montaña es una tradición muy arraigada en la cultura de la escalada y el alpinismo general. Nació del espiritu patriótico con que se afrontaban las primeras ascensiones a montañas virgenes, tanto en los Alpes como posteriormente en el Himalaya. En la actualidad las banderas siguen estando presentes en las cimas, aunque en muchas ocasiones son sustituidas por los logotipos y las marcas comerciales de las empresas que hacen posible las expediciones de los alpinistas. A continuación, te contamos algunas de las tradiciones que giran entorno al vínculo de la escalada y las banderas para que conozcas un poco más su significado antes de comprar una bandera e incluirla en tu equipo de montaña.
La prueba fehaciente de haber coronado
Cuando durante el siglo pasado el hombre occidental se lanzó a la conquista del techo del mundo se popularizó la tradición de dejar una bandera -entre otros artefactos- en la cima de las montañas. Representantes de todos los países querían dejar constancia de su hazaña; una prueba irrefutable de haber conquistado la montaña. La tradición es extrapolable a cualquier conquista de territorio. Hay banderas en las profundidades marinas y en la superficie lunar. Una manifestación de ese compañero inseparable llamado ego que siempre nos acompaña.
Banderas de plegaria
Este otro tipo de banderas también las solemos vincular con el montañismo, aunque no tienen una relación directa. Son las típicas banderas coloridas tan representativas de las montañas tibetanas. Estas banderas contienen Sutras de Nepal, escritos tradicionalmente sobre tela; una tradición budista milenaria para esparcir los buenos deseos por el mundo. La leyenda atribuye el origen de la bandera de oración al Buda Gautama, cuyas oraciones fueron escritas en las banderas de batalla usadas por los Devas contra sus adversarios, los Asuras.
Tradicionalmente, las banderas de oración se usan para promover la paz, la compasión, la fuerza y la sabiduría. Las banderas no llevan oraciones a los dioses; los tibetanos creen que las oraciones y los mantras serán esparcidos por el viento para esparcir la buena voluntad y la compasión en todo el espacio. Colgando banderas en lugares altos, el Lung ta (caballo de viento) llevará las bendiciones representadas en las banderas a todos los seres.
Ceremonia de la puya
La ceremonia de la puya, oficiada por un lama, es la más conocida y tiene por objeto rendir homenaje a los dioses de la montaña para que bendigan a la expedición y le den buena suerte. En el campamento base los sherpas y los alpinistas se reunen frente a un altar de piedra antes de afrontar el ascenso a una montaña del Himalaya. El lama recita unos cánticos y oraciones de las sagradas escrituras de Buda y se hacen ofrendas a los propios dioses. El colorido lo ponen las hileras de banderas de oración desplegadas en diferentes direcciones, a lo largo de unos 30 metros. La ceremionia finaliza con el lanzamiento de una ofrenda de ‘tsampa’ -harina de cebada tostada- y arroz para los espíritus de las montañas.
El alpinista Ferran Latorre uno de los seis montañeros españoles que tiene en su haber los 14 ochomiles, en su día manifestó que «no soy especialmente creyente, pero debo reconocer que esta modesta ceremonia, al pie de las grandes montañas, consigue ponerme trascendente. Será por la solemnidad, por las inquietantes pausas, por el escenario tan abrumador -al aire libre, rodeados de las grandes montañas–,que todos nos recluimos en nuestros propios silencios. La ceremonia logra que me sienta desnudo ante mi propio destino y empequeñecido ante la constatación de que, por mucho que queramos, jamás seremos capaces de controlar nuestro futuro».
Masificación de las cumbres
Con la “democratización” del alpinismo y el gran mercado de trekking creado alrededor del Himalaya, las cumbres de las montañas están cada día más llenas de residuos que los alpinistas dejan tras cada expedición, aunque desde hace unos pocos años hay obligación de recogerlas. Obviamente no sólo se trata de banderas, de hecho, estas no suelen ser parte del problema. Las banderas pueden ser biodegradables por lo que no se convierten en basura. El problema son los cientos de objetos de escalada y de otras índoles que los miles de montañeros van dejando en las cimas y en los campamentos base o de altura. Pero esto ya es otra historia.
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