Los hermanos Pou son como un libro abierto ante el ascenso al K2 invernal por parte de los mejores alpinistas sherpas.
OPINIÓN por Eneko e Iker Pou.
Felicitamos al equipo Sherpa por el K2 invernal. Porqué en el momento que pudieron trabajar para ellos mismos, consiguieron ascender por primera vez al K2 en invierno y hace muy poquito los 14 ochomiles en seis meses. Creemos que se hace justicia a muchos años de “colonialismo” en el Himalaya. A nosotros personalmente nos habría gustado que hubiesen conseguido ambas gestas de una manera muy diferente, pero la realidad es que la montaña es uno de los últimos espacios de libertad que le queda al hombre, y cada uno ejerce esta como más le apetece.
Los sherpas empiezan a ver el alpinismo por primera vez como un objetivo deportivo y no sólo laboral
Por no hablar de que hemos sido los occidentales, con nuestro ego desmesurado, los que les hemos enseñado que para conseguir el objetivo todo vale, o dicho de otra manera, que “el qué” es mucho más importante que “el cómo” y “por dónde”.
Pues bien, es ahí donde nosotros no lo tenemos claro, porque si hace unos cuantos años, subir un coloso de estas dimensiones -los 14 ochomiles se conquistaron entre 1.950 y 1.965- era una aventura de tal dimensión que lo justificaba prácticamente todo, hoy en día, con los avances tecnológicos, la información que se posee, la revolución de los materiales y entrenamientos, etc., hacer alpinismo “con menos, es más”, y no lo contrario.
Hoy en día, con los avances tecnológicos, la información que se posee, la revolución de los materiales y entrenamientos, etc., hacer alpinismo “con menos, es más”, y no lo contrario
El uso de oxígeno artificial, cuerdas fijas, y transitar por caminos totalmente pisados, a nuestro modo de entender la montaña, debería ser una cosa del pasado y no del presente o del futuro. Y la culpa de esto no la tienen los sherpas, que no han hecho más que perfeccionar de una manera admirable lo que durante décadas han aprendido de los occidentales. Quizás este ha sido el problema. La deriva hacia un alpinismo de muy baja calidad que es el que mayoritariamente se viene practicando en los últimos años en la cordillera más grande del mundo.
Y es curioso que esta última ascensión al K2 en invierno, -último ochomil invernal que quedaba- haya marcado esta tendencia. La realidad es que los polacos primero y las expediciones capitaneadas por el alpinista italiano Simone Moro después, en las que tomaron parte gente tan importante como Denis Urubko, marcaron un estilo auténtico de ascender estas montañas.
La culpa de esto no la tienen los sherpas, que no han hecho más que perfeccionar de una manera admirable lo que durante décadas han aprendido de los occidentales.
A nosotros en muchas ocasiones se nos ha tachado de puristas. No obstante, viendo las aportaciones que hicieron gente como Messner, Habeler, Kammerlander, Loretan, Wielicki, Karo, Kukuczka, House, Bonington, y muchos otros más, en los 70 y 80, nos parece más interesante intentar seguir esta estela que la de “todo vale” para conseguir una cumbre.
En casa tuvimos un buen ejemplo en aquella época. La vía abierta por Nil Bohigas y Enric Lucas a la Sur del Annapurna, la ascensión de los catalanes al Bhagirathi III por la “Estrella Imposible”, o la más cercana actividad en el tiempo realizada por los vascos Iñurrategi, Vallejo y Zabalza entre muchos otros.
Ser un buen alpinista es un proceso de muchísimos años que no se puede pretender rebajar con la ayuda de agentes externos, como guías, sherpas, etc.
El estilo alpino, el non-stop y la escalada en libre, marcarón y marcarán la historia del alpinismo. La utilización masiva de cuerdas, el uso indiscriminado de oxígeno artificial, y en definitiva, la ayuda de agentes externos (guías, sherpas, etc.) disminuye la calidad de la ascensión. Ser un buen alpinista es un proceso de muchísimos años que no se puede pretender rebajar con la ayuda de todos estos agentes externos. La “autonomía” lo es todo ahí arriba.
Pero dicho esto, que quede claro que nos alegramos por el equipo sherpa. Después de décadas en la sombra empiezan a ver la luz y son ellos los que demuestran que están más fuertes. Es muy sencillo. Son sus montañas y sus organismos están hechos para andar por ellas. Además, empiezan a ver el alpinismo por primera vez como un objetivo deportivo y no sólo laboral. Esto significa, que aunque de momento no brillen en el estilo elegido, ni estén abriendo grandes vías en estas montañas, en el momento que adquieran los conocimientos técnicos y tengan el soporte económico para poder llevar estos grandes proyectos a cabo, el futuro del Himalaya en gran medida será Sherpa: “Al juego de los sherpas, ganan los sherpas”.
Eneko e Iker Pou.
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