El alpinista Jordi Corominas (Barcelona, 1958) será honrado con el 16º Premio Walter Bonatti (1930-2011) a la Trayectoria en los Piolets d’Or 2024, un reconocimiento que celebra una carrera llena de logros en el montañismo y el espíritu de superación. El evento se realizará en San Martino di Castrozza, en las Dolomitas, del 8 al 11 de diciembre de 2024, y reunirá a figuras destacadas del montañismo internacional. Corominas encarna los valores que definen el montañismo moderno: compromiso, autosuficiencia y un estilo puro. Con su enfoque visionario y su legado como formador, ha dejado una huella imborrable en el alpinismo español e internacional. Este reconocimiento en los Piolets d’Or 2024 subraya la relevancia de su carrera y su influencia continua en el mundo de la montaña.
Jordi Corominas: ejemplo de progresión y estilo alpino
Nacido en Barcelona y residente en Benasque, en los Pirineos, Jordi Corominas se ha dedicado al alpinismo desde joven, destacándose por su estilo alpino ligero y su enfoque ético en la montaña. Su carrera incluye ascensos pioneros en los Pirineos, el Himalaya, la Patagonia y los Alpes. Desde los años 80, Corominas ha creado y repetido rutas de gran dificultad, muchas veces en solitario, demostrando una capacidad física y mental extraordinaria.
Corominas es conocido no sólo por sus expediciones, sino también por su rol como formador. Durante más de 30 años ha guiado en los Alpes y, como director del equipo nacional de alpinismo de España (2002-2010), ha transmitido su visión del montañismo a nuevas generaciones, promoviendo un estilo comprometido y autosuficiente. A lo largo de su carrera ha influido en muchos jóvenes escaladores y guías, dejando un legado que va más allá de sus cumbres conquistadas.
Grandes hitos de su carrera
Entre sus logros más reconocidos se encuentran la segunda ascensión de la Magic Line en el K2 en 2004, considerada una de las rutas más difíciles del mundo, y ascensos técnicos en las principales cordilleras del planeta, todos ellos sin oxígeno suplementario. Su estilo alpino lo ha llevado a realizar ascensiones en solitario, como la subida al Chopicalqui (6.395 m) en los Andes peruanos, y otras retos en picos icónicos como el Siula Chico y el Huascarán.
Además de sus ascensos en el Himalaya y los Andes, Corominas ha dejado su huella en los Pirineos, donde comenzó su carrera alpinística. Fue uno de los primeros en abrir rutas mixtas de gran dificultad en esta cordillera, tanto en verano como en invierno. Entre sus logros se encuentran ascensiones de rutas como la cara noroeste del Gran Pic du Midi d’Ossau y la cara norte del Tour de Marboré.
La influencia de Jordi Corominas
Oscar Gogorza, periodista y alpinista, describe a Corominas como un «enlace» entre las generaciones de montañistas españoles del siglo XX y XXI. Aunque su carácter reservado y su preferencia por el silencio le han otorgado un perfil bajo, su influencia ha sido profunda. Según Gogorza, Corominas ha evitado hablar de sus logros, manteniéndose humilde y centrado en su trabajo como guía y formador. Sin embargo, su extenso currículo ha dejado huella en el mundo del alpinismo.
Su visión del montañismo, basada en el minimalismo y el respeto por la naturaleza, ha sido clave para transformar el enfoque de muchos escaladores hacia un estilo más limpio y autosuficiente. Como formador, Corominas ha dirigido a algunos de los mejores talentos del alpinismo español, contribuyendo a su desarrollo técnico y ético.
Su premio celebra el espíritu de la montaña
El Premio Walter Bonatti a la Trayectoria es uno de los mayores honores en el mundo del alpinismo, y Jordi Corominas lo recibe como un reconocimiento a décadas de contribuciones al deporte. Este galardón celebra a aquellos alpinistas que han mostrado un compromiso profundo con la montaña, manteniendo la ética del estilo alpino y la autosuficiencia.
La ceremonia de los Piolets d’Or 2024, que se realizará por primera vez en las Dolomitas, rendirá homenaje no solo a Corominas, sino también al espíritu de exploración y aventura que caracteriza el montañismo de élite. Se espera que figuras prominentes del alpinismo mundial se reúnan para celebrar una nueva edición de este evento, que promueve la progresión en la escalada y el respeto por la montaña.
El jurado de los Piolets d’Or ha decidido otorgar el Premio «Walter Bonatti» a la trayectoria, un reconocimiento que honra toda una vida dedicada al montañismo en su forma más pura: el estilo alpino, el compromiso y la autosuficiencia. Este año, el alpinista catalán Jordi Corominas se suma a un selecto grupo de leyendas que incluye a figuras como Reinhold Messner, Doug Scott, Wojciech Kurtyka y el propio Walter Bonatti.
Corominas, originario de Barcelona y uno de los referentes del alpinismo español, alcanzó notoriedad internacional en 2004 tras realizar la segunda ascensión de la famosa Magic Line en el K2, considerada una de las rutas más difíciles y peligrosas del mundo. Sin embargo, su carrera se extiende mucho más allá de esta hazaña, abarcando décadas de ascensiones en las montañas más icónicas del planeta, siempre fiel a su estilo de escalada limpio y comprometido.
La decisión del jurado reconoce no solo las impresionantes cumbres alcanzadas por Corominas, sino también su dedicación a formar nuevas generaciones de alpinistas, inspirando a muchos a seguir sus pasos. En el campo base del K2, en 2004, Jordi Corominas escribía una página histórica para el alpinismo, y ahora, en 2024, su nombre queda inmortalizado junto a los grandes pioneros de la montaña.
Algunos de los desafios de Jordi Corominas
Jordi Corominas ha destacado por su estilo alpino puro y su compromiso con la montaña. En 1990, alcanzó una de sus primeras grandes cumbres internacionales con la ascensión de la vía americana en la arista oeste del Thalay Sagar (6.904 m), en India. Cuatro años después, en 1994, realizó la ascensión de la ruta Bonington-Fotheringham al Shivling II (6.501 m) y abrió la vía Kundalini en la cara este del Meru Norte (6.450 m), una hazaña que le valió el prestigioso Piolet de Oro de la FEDME. En 1991, se aventuró en su primer ochomil, el Dhaulagiri (8.167 m), marcando el inicio de una serie de desafíos en las montañas más altas del mundo.
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No todas sus expediciones culminaron en éxito, como sus intentos en la cara norte del Everest o la cara sur del K2, fueron parte fundamental de su trayectoria al perseguir siempre los retos más extremos.Su mayor hazaña llegó en 2004 con la segunda ascensión de la Magic Line en el K2 (8.611 m), una de las rutas más técnicas y peligrosas del planeta, que completó en solitario y sin oxígeno suplementario. Además, entre 2007 y 2008, dejó su huella en los Andes peruanos al realizar la primera ascensión de la pared oeste del Siulá Chico (6.265 m) y en la Patagonia, donde trazó la primera ruta en la cara este del Cerro San Lorenzo (2.700 m). |