En esta entrevista para Turiski, Aymar Navarro (Les, Val d’Aran, 1989) nos abre las puertas de su mundo y nos presenta sus dos últimos proyectos de freeride, recién estrenados. Desde la impresionante Noruega, donde grabó Endelig, hasta la isla japonesa de Hokkaido, escenario de su segundo documental, Hokkaido Dreams, nos habla de estas producciones rodadas en el invierno de 2024. Además, reflexiona sobre la evolución del Freeride World Tour, su trabajo como bombero en el Val d’Arán y los desafíos que ha enfrentado a lo largo de su carrera. Aymar comparte sus aprendizajes y su inquebrantable amor por la montaña, mostrando cómo cada experiencia refuerza su conexión con la naturaleza.
¿Qué te inspiró a elegir Noruega como destino para tu documental Endelig, y cuáles fueron los mayores retos durante la filmación?
-Noruega siempre me ha atraído. Hace años, cuando competía en esquí alpino, tuve la oportunidad de visitarla, pero solo en zonas de estación de esquí. Sin embargo, las imágenes de compañeros que grababan allí, explorando sus paisajes más salvajes, me dejaron con esa sensación de tenerla marcada con una chincheta en el mapa como un destino al que debía ir algún día.
Finalmente, surgió la oportunidad gracias al apoyo de nuestro patrocinador, Seiko, y no lo dudamos para lanzarnos con este proyecto. Esquiar en este tipo de iniciativas representa apenas un 20% del esfuerzo total. El verdadero desafío está en todo lo que implica sacarlo adelante: planificación, logística, grabación y, sobre todo, conseguir que todo encaje para lograr un resultado que merezca la pena.
Sobre «Endelig» y Noruega como destino
«Noruega siempre me ha atraído. Era un lugar que tenía marcado con una chincheta en el mapa como un destino al que debía ir algún día»
En Noruega, el acceso a muchas montañas requiere el uso de embarcaciones. ¿Qué hace tan especial este tipo de desplazamiento y cómo transforma la experiencia de explorar esos paisajes?
–En Noruega, el entorno es verdaderamente único. Muchas de las montañas a las que fuimos solo son accesibles cruzando fiordos en barco, lo que añade una dimensión especial a la experiencia. Estar rodeado de naturaleza virgen, con apenas unas carreteras y sin apenas infraestructuras, convierte cada expedición en una auténtica aventura. Además, nuestro objetivo siempre es explorar zonas nuevas y descender líneas vírgenes, lo que a menudo implica superar desafíos logísticos significativos, como planificar los accesos o gestionar las condiciones del terreno. Todo esto hace que el proceso sea tan emocionante como el propio descenso.
De todas las palas que descendiste en Noruega, ¿cuál te dejó la huella más profunda y por qué? Hemos visto líneas realmente impresionantes.
–Me quedaría, sin duda, con las vistas desde las zonas más altas. Cuando estás en la cima y ves cómo la línea desciende hasta terminar prácticamente a nivel del mar, es algo completamente distinto a lo que estamos acostumbrados en casa. Esa sensación de mirar desde un collado y ver el mar al fondo es simplemente impresionante. Además, los amaneceres y atardeceres allí son espectaculares. Esos momentos de luz en la montaña fueron de las experiencias que más me impactaron durante el viaje.
El reto de grabar en Noruega y Japón
«Esquiar en este tipo de proyectos representa solo el 20% del esfuerzo. El verdadero desafío está en la planificación, la logística y la grabación.»
En una de las líneas vimos un canal impresionante, con una pared de casi un kilómetro. ¿Cómo abordasteis ese descenso y qué retos encontrasteis durante la jornada?
-La canal nos sorprendió muchísimo, sobre todo por su longitud. A menudo, las montañas en Noruega te impactan más al estar allí que al planificarlas. Desde el mapa o incluso desde abajo, puedes hacerte una idea aproximada, pero cuando estás en la zona te das cuenta de la verdadera envergadura. Aunque 2000 metros no parezcan tanto, en Noruega siempre comienzas desde el nivel del mar, lo que añade un extra de exigencia física.
… ¿Y cómo afrontáis retos tan exigentes?
Estas jornadas son largas y requieren una buena gestión de la energía. Tuvimos que abrir traza hasta la cima, lo que ya es un trabajo duro, pero además necesitas reservar fuerzas para el descenso. Fue una experiencia intensa, tanto física como mentalmente, pero el esfuerzo mereció la pena al enfrentarnos a esa línea espectacular.
Hokkaido paraiso de la nieve polvo
«Flotas, te hundes como un submarino bajo la nieve… cada descenso se convierte en algo único y especial»
En “Hokkaido Dreams”, el otro documental, te acompañó Léo Slemett. ¿Cómo fue colaborar con él y qué aportó su estilo al proyecto?
-Con Léo tengo una relación que viene de lejos, de hace más de 12 años, desde nuestras primeras competiciones en el qualifier del Freeride World Tour. Hemos viajado juntos por todo el mundo en distintos proyectos, pero esta fue la primera vez que trabajamos mano a mano en algo tan grande.
Léo tiene un estilo muy diferente al mío, más orientado al freestyle, pero también domina el Big Mountain, lo que lo convierte en uno de los riders más completos a nivel europeo y mundial. Su versatilidad fue clave para el proyecto. Además, nuestra buena relación personal facilita mucho las cosas. Cuando todo el equipo comparte la misma visión y trabaja con el objetivo común de hacer algo único, el proceso es mucho más fluido. Colaborar con él fue una experiencia fantástica.
Por las imágenes parece que disfrutasteis muchísimo. ¿Cómo describirías la experiencia de adaptarte a un tipo de esquí tan diferente al habitual?
-Sí, fue una experiencia completamente distinta a lo que suelo practicar. Este tipo de esquí requiere adaptarse a pendientes y a una nieve muy diferente a la que tenemos en el Pirineo. La sensación es increíble: flotas, te hundes como un submarino bajo la nieve, y cada descenso se convierte en algo único. Fue una experiencia totalmente diferente y muy especial, realmente inolvidable.
El rol de Jaime Varela
«Jaime es el gran responsable de todo lo que se ve en estos documentales. Va dos pasos por delante; mientras graba, ya está pensando en la edición»
En tus documentales vemos una gran conexión con la naturaleza y las culturas locales. ¿Qué importancia tiene para ti integrar estos elementos en tus proyectos?
-Es fundamental. Siempre intento mostrar la esencia de los lugares que visito, al igual que hago en el Valle de Arán con su cultura, gastronomía y paisajes. En cada viaje busco integrarme en la cultura local, conectando con las personas de la zona, aprendiendo de sus historias y descubriendo anécdotas o detalles curiosos que dan vida al proyecto. Para mí, empaparme de estas culturas no solo enriquece los documentales, sino también mi experiencia personal. Es una forma de respetar y dar visibilidad a la autenticidad de cada lugar.
Jaime Varela ha sido el director de ambos documentales. ¿Cómo influyó su visión en la narrativa y estética de los proyectos?
-Jaime es, sin duda, el gran responsable de todo lo que se ve en estos documentales. Como mencioné, es como una herramienta multiusos: tiene una visión y una capacidad creativa privilegiadas. Siempre va dos pasos por delante; mientras graba, ya está pensando en la edición. Además, hace fotografía, dirige, pilota el dron y edita. Es increíble su talento y versatilidad, especialmente siendo alguien tan joven y con tanto potencial.
Es del Valle, y siempre que puedo apuesto por trabajar con gente de casa. Este proyecto reafirmó esa decisión, porque me llevé la grata sorpresa de descubrir a un profesional de primer nivel. Todo ese enfoque y dedicación se refleja en los films, especialmente en los detalles que aportan profundidad y calidad a los proyectos.
La dura recuperación tras el accidente de Verbier
«Lo más complicado fue recuperar la confianza mental, tanto en el esquí como en la montaña y la nieve. Es un proceso lento que requiere paciencia»
En 2022 sufriste una dura caída en las finales del Freeride Wolrd Tour en Verbier, una experiencia que no solo implicó la recuperación física, sino también mental. ¿Cómo fue el proceso de recuperación y cómo impactó en tu relación con la montaña y la competición?
-El inicio fue muy duro, no voy a mentir. La recuperación física ya fue bastante exigente, con muchas horas de rehabilitación para un hombro que no terminaba de funcionar bien. Pero lo más complicado fue recuperar la confianza mental, tanto en el esquí como en la montaña y la nieve. Es un proceso lento, que requiere paciencia y tiempo. Si esto me hubiera ocurrido a los 18 años, seguramente habría sido mucho más difícil de gestionar. Pero ahora, con 35, conozco mejor mi cuerpo y mis sensaciones, y eso me ayudó a escucharme y a avanzar poco a poco. Mi primera competición después del accidente fue en Baqueira, en casa, y debo decir que las sensaciones no fueron nada buenas. No me sentía cómodo y me cuestionaba si realmente quería seguir compitiendo.
¿Qué papel jugó el accidente en tu decisión de retirarte de la competición?
Esa incomodidad fue uno de los factores que influyó en mi decisión de retirarme, aunque sólo tuvo un peso pequeño en comparación con otros motivos. Llevaba muchos años compitiendo, y mi motivación había cambiado. Además, los proyectos de grabación que tenía en marcha me apasionaban más y me dirigían hacia otro camino. Fue un conjunto de razones, pero definitivamente el accidente también jugó su papel.
Evolución del Freeride World Tour
«Se está perdiendo el factor sorpresa y la búsqueda de líneas únicas. Ahora todo gira más en torno a los trucos»
El Freeride World Tour ha evolucionado hacia un estilo más freestyle, dejando atrás en parte las líneas clásicas. Como rider con un enfoque más purista, ¿cómo valoras este cambio en la competición?
-Entiendo que el freeride evolucione hacia un estilo más freestyle, pero a nivel personal no lo comparto del todo. Me gusta ver líneas potentes que combinen trucos y bajadas técnicas, pero siento que se está perdiendo el factor sorpresa y la búsqueda de líneas únicas. Hoy en día, cuando una línea se abre, muchos riders simplemente siguen esa traza y buscan añadir un truco, lo que hace que las bajadas se vuelvan repetitivas. Antes, con riders como Sam Smoothy, Jeremy Heitz o Rayne Barker, había más creatividad en la elección de líneas. Yo mismo siempre prioricé mostrar mi visión de la montaña, independientemente de si eso me daba una mejor puntuación.
Mucha gente me ha preguntado por qué no incluía trucos en mis líneas. No es que no supiera hacerlos, sino que mi manera de interpretar la montaña es diferente. Siempre he sido un purista y he defendido esa perspectiva hasta el último día que competí.
Desde que la FIS asumió el control del Freeride World Tour hace dos años, los cambios parecen ir con lentitud. ¿Qué opinas del futuro del circuito bajo esta nueva gestión?
-Creo que el proceso de integración de la FIS será gradual. Apenas acaban de entrar y, el año pasado, no tuvieron tiempo para implementar cambios significativos. Sin embargo, con el Mundial de Andorra y la posibilidad de que el freeride entre en las Olimpiadas de 2030, se están sentando las bases para una evolución importante.
Sobre su vida como bombero y esquiador
«El esquí me ayuda a moverme en la montaña y eso facilita los rescates, mientras que las prácticas de seguridad como bombero me enriquecen en el día a día»
¿Cómo ves la posibilidad de que el freeride llegue a ser olímpico?
-En la FIS ya se está trabajando en aspectos fundamentales, como los rankings y los criterios de clasificación. Yo formo parte del equipo de la RFEDI y recibo información sobre las reuniones y los avances. Este tipo de cambios no ocurren de un día para otro, pero si el freeride logra ser olímpico en 2030, será un punto de inflexión. Especialmente para los jóvenes riders, este paso puede abrirles puertas a ayudas y recursos que muchos de nosotros no tuvimos. Es un proceso lento, pero estoy convencido de que los resultados a largo plazo serán muy positivos para el deporte.
Compaginas tu carrera como esquiador profesional con tu trabajo como bombero en el Valle de Arán. ¿Cómo logras equilibrar estas dos facetas y qué aprendizajes aplicas de una a la otra?
–No es fácil combinar ambas cosas, pero son dos pasiones que tengo, y me considero afortunado por poder dedicarme a ellas. Eso sí, durante la temporada de presentaciones y la de esquí, organizarme se vuelve un verdadero desafío.
El esquí me aporta una ventaja clave para mi labor como bombero en el equipo de rescate de montaña del GRM del Valle de Arán. Conozco bien las montañas, sé moverme en ellas y eso facilita mucho las intervenciones. A su vez, las prácticas y formaciones que realizamos en bomberos, como los simulacros de rescate o las medidas de seguridad en avalanchas, me sirven para enseñar a mis compañeros esquiadores y para enriquecer mi día a día en la montaña. Las dos facetas se complementan perfectamente.
El auge de los rescates en la montaña
«La actividad debe adaptarse siempre al miembro con menos experiencia del grupo. Muchas veces los accidentes son evitables con una buena planificación»
En los últimos años, los rescates, tanto en verano como en invierno, han aumentado significativamente. ¿A qué crees que se debe este fenómeno?
–Creo que hay que diferenciar entre los accidentes reales, que le pueden pasar a cualquiera, y los incidentes evitables, que muchas veces ocurren por saltarse las reglas básicas de la montaña. En los últimos años ha habido un gran auge de la actividad en la montaña, lo que inevitablemente ha aumentado las probabilidades de accidentes. Sin embargo, muchos casos se podrían evitar con precauciones muy sencillas. Revisar la meteorología antes de salir, llevar el equipo adecuado, planificar bien la ruta y ser consciente de las propias limitaciones físicas.
Siguiendo el hilo, ¿crees que hoy en día se ha perdido el respeto por la montaña o que falta conciencia sobre sus riesgos?
-A menudo nos encontramos con personas que simplemente no pueden más porque han sobreestimado sus capacidades o porque quien organizó la salida no tuvo en cuenta el nivel físico del grupo. En montaña, la actividad debe adaptarse siempre al miembro con menos experiencia. Ignorar esto lleva a bloqueos, agotamiento y, en muchos casos, accidentes. Por supuesto, hay situaciones que son accidentes puros y simples, pero muchas veces se podrían evitar con una mejor planificación y respeto hacia la montaña.
El Himalaya como espinita pendiente
«Me fui del Himalaya con ganas de volver. Es algo que me pide el cuerpo, y estoy seguro de que regresaré para enfrentarme de nuevo a la altura»
En 2023 cerraste tu aventura en el Himalaya, pero comentaste que tenías pendiente volver. ¿Qué aprendiste de esa experiencia y qué te motiva a regresar?
El Himalaya fue una experiencia increíblemente dura, pero también un aprendizaje brutal. Me fui de allí con una sensación positiva y muchas ganas de volver. Es algo que me pide el cuerpo; no sé si será este año, el próximo o más adelante, pero estoy seguro de que regresaré para sacarme esa espinita y enfrentarme de nuevo a la altura.
Sabemos que los 14 ochomiles ya han sido descendidos con esquís. ¿Qué opinas de este tipo de récords y qué te motiva al plantearte nuevas montañas?
-Nunca he sido alguien que busque récords o primeros descensos. No creo en afirmar que eres el primero en bajar una montaña si no tienes la certeza absoluta de que nadie lo hizo antes, y muchas veces esa información no existe. Para mí, lo que realmente importa es la motivación personal. Si una montaña o una pala me llama la atención y me inspira, voy a por ella. No siempre tiene que ser un ochomil; a veces, lo que importa es simplemente la conexión con ese lugar y el desafío que representa para uno mismo.
La motivación detrás de sus proyectos
«No busco récords ni primeros descensos. Lo que me importa es la conexión personal con la montaña y el desafío que representa para mí»
No podíamos cerrar esta entrevista sin preguntarte: de cara al invierno 2025, ¿qué destinos o proyectos tienes en el horizonte?
Para este invierno ya tenemos confirmado un viaje a Japón, concretamente a la isla de Hokkaido, donde iremos en enero. Aún estamos definiendo si será a principios o finales del mes. Además, tenemos dos proyectos adicionales en mente, aunque coinciden en fechas, por lo que tendremos que decidir en breve a cuál nos dirigimos. El objetivo es crear algo tan emocionante y de calidad como lo que hemos conseguido hasta ahora, y estoy convencido de que lo lograremos.