El alpinista alemán Jost Kobusch alcanzó los 7.537 metros -27 de diciembre- en su tercer intento invernal en solitario y sin oxígeno suplementario por la desafiante arista oeste del Everest, estableciendo un nuevo récord de altitud en esta ariesgada ruta durante el invierno. Este logro supera su marca previa de 7.366 metros de la temporada 2021-2022 y supera por escasos treinta y siete metros los 7.500 metros, el punto máximo alcanzado por los franceses Vincent Fine y Benoit Chamoux también en la arista oeste del Everest el 16 de enero de 1984.
El nuevo registro lo avanzó la periodista Angela Benavides en el sitio Explorersweb, ya que recibio una imagen acompañada de una llamada del propio Kobusch confirmando la altitud –7.537 metros- desde el GPS de su reloj, ya que si se accede al trak de su página web marca 7.488 m.
Fernando Garrido, otra referencia a 7.800 m en solitario
La marca de Kobusch rememora y pone en valor la gesta de Fernando Garrido, el alpinista español que el 3 de febrero de 1993 logró ascender en solitario hasta los 7.800 metros en invierno, sin oxígeno suplementario y por la ruta normal. El montañero aragonés subió por encima del Collado Sur, aunque en aquellos años no habia tracks. En una época sin dispositivos GPS, Garrido logró superar condiciones adversas en lo que sigue siendo un referente del alpinismo invernal. Posiblemente sea la mayor altura lograda en invierno por un alpinista en solitario, pero no podemos confirmarlo. La discreción de Fernando Garrido ha hecho que practicamente no se conozca este ascenso.
Garrido también ostenta el honor de haber protagonizado la primera ascensión invernal a un ochomil. Su gesta en el Cho Oyu (8,201 metros) en 1985, completamente solo y sin oxígeno, marcó un antes y un después en la historia del himalayismo. Sin embargo, Fernando Garrido es especialmente recordado por su histórico récord de permanencia en altitud, establecido en 1986 tras pasar 62 días en la cima del Aconcagua, una hazaña que sigue imbatida hasta hoy.
Ascenso nocturno y técnico
El 27 de diciembre, Kobusch emprendió una jornada maratónica de más de 16 horas, partiendo desde los 6.790 metros y ascendiendo hasta los 7.488 metros, según los datos de su rastreador Zoleo. Este avance no solo marcó su altitud máxima alcanzada en invierno, sino también un hito para las escaladas en la arista oeste. Su objetivo principal, además del récord, era obtener una mejor visualización del corredor Hornbein, un paso crítico en el itinerario hacia la cima, para estudiar el ataque a la cima del Everest invernal, que tiene previsto atacar el proximo año.
Pese al desgaste físico y las condiciones extremas, Kobusch inició su descenso inmediatamente después de alcanzar la marca, deteniéndose unas horas en los 6.700 metros para descansar antes de continuar al Campo Base Avanzado en Lho La, a unos 6,000 metros. Ahora descansa en el refugio de la estación de investigación conocida como The Pyramide (La Pirámide), a una altitud de 5.050 metros.
El hito de Kobusch se inscribe en esta tradición de esfuerzos solitarios y minimalistas que exploran los límites de lo humano en las montañas más altas del planeta.
Estilo minimalismo extremo y autonomía
Jost Kobusch, de 31 años, es conocido por su enfoque minimalista y solitario. Para este intento, llevó apenas 150 kilos de equipo. Esta filosofía no solo destaca su autosuficiencia, sino que lo conecta con la esencia más pura del alpinismo, enfrentando desafíos sin precedentes en condiciones extremas.
El ascenso comenzó tras semanas de aclimatación en el valle del Khumbu, durante las cuales escaló el Mera Peak (6,500 metros) y cruzó pasos como el Amphu Labsta (5.800 metros). Su estrategia evitó la peligrosa cascada de hielo del Khumbu y se centró en una ruta más técnica y menos transitada.
El desafío de la arista oeste
La arista oeste es conocida por su exigencia técnica y la exposición a vientos extremos. Tras superar el Lho La, Kobusch tuvo que lidiar con terrenos mixtos de roca y hielo, paredes empinadas de hasta 45° de inclinación y los riesgos inherentes a las avalanchas y seracs inestables. Su estrategia incluyó modificar ligeramente su ruta para minimizar la exposición a estos peligros. Desde los 7,500 metros, la travesía hacia el corredor Hornbein representa un reto colosal. El ascenso a lo largo de esta ruta requiere avanzar sobre terreno expuesto, donde las condiciones meteorológicas pueden cambiar drásticamente en cuestión de horas.
Ahora, cumplido su objetivo inicial, Kobusch se tomará unos días para recuperarse y analizar sus próximos pasos. En breve saldremos de dudas y sabremos si se embarca en otro intento o da por concluida esta expedición.