Por Mariona Boix, exesquiadora y especialista en marketing digital.
Hace diez años, el destino me tendió una emboscada y mi vida dio un vuelco. Era un viernes 13 de marzo de 2015, durante una competición de descenso, cuando sufrí una lesión de esquí que lo cambiaría todo. Formaba parte de la Federación Española de Esquí y siempre tenía en mente volver a competir.
De hecho, al principio lo hice, pero las limitaciones físicas no me permitían regresar al alto nivel. Fue un proceso difícil de aceptar. Cuando decidí intentar solucionarlo definitivamente, la octava operación fue un desastre. Me quedé sin poder caminar y, por supuesto, sin poder esquiar.
Fue un golpe durísimo, sobre todo porque los médicos estaban completamente perdidos. No sabían qué hacer ni qué pasaría conmigo. Yo tampoco. No sabía si algún día volvería a caminar… una angustia imposible de describir con palabras.
De hecho, estuve así prácticamente cinco años, hasta hace apenas uno, cuando, tras la última intervención, comencé a caminar un poco mejor sin muletas.

Reinventarse o rendirse
Con 18 años gané el campeonato de España absoluto de slalom, y en ese momento mi futuro parecía claro: competición y esquí. Pero con el tiempo entendí y acepté que ese no era mi camino. Había venido a esta vida para hacer otras cosas, pero no a través del esquí. Aceptarlo me dio paz y tranquilidad. Ahora sigo siendo un culo inquieto, pero en el marketing digital.
Después de 12 intervenciones quirúrgicas, en el verano de 2022 me dijeron que no había otra opción que un tratamiento con células madre. No tenía nada que perder, así que decidí hacerlo con toda la ilusión del mundo.
Pero los resultados no fueron los esperados. La mejora fue insuficiente y finalmente tuve que someterme a tres operaciones más. La última, sin duda, fue la más surrealista: me operaron despierta, con anestesia local, para que pudiera mover la pierna en quirófano y explicar cómo me sentía. Por increíble que parezca, fue esa intervención la que marcó un antes y un después.
Ese día vi la luz y dejé las muletas. Fue un alivio total, aunque sabía que el camino no había terminado. Después de 15 operaciones, decidí darme un respiro. Necesitaba tiempo y espacio.
Ahora, un año y pico después de la última intervención, estamos valorando volver a operar. No sé si será la última o no. El objetivo es mejorar, aunque sea poco a poco. Ojalá sea la definitiva, pero si no, me lo tomaré con calma. No tengo ninguna duda de que volveré a ponerme unos esquís cuando llegue el momento.

Aprender a vivir sin miedo
Durante este proceso, en algún momento llegué a preguntarme seriamente si valía la pena seguir adelante. Mis pensamientos eran muy negativos. Tenía demasiadas horas para pensar y las redes sociales, donde solo se muestra lo bonito, no ayudaban en absoluto.
No quería hacer ninguna tontería, pero en algunos momentos era inevitable sentirse al límite. Al final, logré darle la vuelta a la situación y me reinventé. Fue, de hecho, el peor verano de mi vida. La gente me preguntaba constantemente cómo estaba, y yo no tenía fuerzas para responder.
Pasé dos meses en casa llorando. Recuerdo que un día me iban a hacer una entrevista en televisión y, media hora antes, estaba destrozada por el dolor y la tristeza. Pero salí en pantalla con una sonrisa. ¿Por qué? Porque aún no sabía cómo gestionar todo lo que estaba viviendo.
Además, ese verano tuve que lanzar un crowdfunding para poder pagar el tratamiento de células madre. En solo tres semanas recaudé más de 15.000€, lo que me permitió hacerlo rápidamente. Siempre estaré infinitamente agradecida a todas las personas que me ayudaron.

Redescubrirme más allá del esquí
Con el tiempo entendí que mi vida no podía girar en torno a mi lesión. Había estudiado para ser maestra, pero esa realidad era complicadísima para mí. Así que decidí reinventarme. Me formé en marketing digital, finanzas e inversiones y, hoy en día, ayudo a negocios a conseguir más clientes y aumentar sus ventas con mi agencia.
También colaboro con un fondo de inversión junto a unos amigos que llevan años en el sector (yo llevo tres), ayudando a muchas personas a rentabilizar su dinero. Hay una gran falta de conocimiento sobre educación financiera en la sociedad, y es realmente necesario que se hable más sobre ello.
Además, doy conferencias sobre mi historia, gestión financiera y marketing digital. Me encanta compartir lo que he aprendido e inspirar a otras personas. En 2025 quiero dar aún más charlas. También tengo que confesar que, algún día, me gustaría escribir un libro.
Antes tenía tiempo de sobra. Pasaba horas en la cama mirando el reloj y esperando a que pasaran los días. Ahora, en cambio, ¡me faltan horas al día! Pero quién sabe, quizá en el futuro encuentre el momento adecuado.
Hoy, diez años después de aquel accidente que cambió mi vida, miro atrás y veo a una Mariona muy diferente. La lesión me hizo caer muchas veces, pero también me enseñó a levantarme una y otra vez. Me ha convertido en quien soy hoy y, por eso, a pesar de todo, le estaré siempre agradecida.
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Una publicación compartida por Mariona Boix I Marketing digital (@marionaboix95)