Un terremoto de magnitud 7 sacudió en la madrugada del martes la región del Tíbet, ubicada en la ladera norte de la cordillera del Himalaya, cerca de la frontera con Nepal. Este sismo, cuyo epicentro se localizó en la prefectura de Shigatse, ha causado al menos 126 muertos y 200 heridos, además de destruir más de mil viviendas y dejar a miles de personas sin hogar. El impacto también se sintió en India y Bután, ampliando el alcance del desastre.
Epicentro en la sagrada región del Tíbet
El terremoto ocurrió a las nueve de la mañana, hora local, afectando gravemente a Shigatse, la segunda ciudad más grande del Tíbet y uno de los centros espirituales más venerados por el budismo tibetano. Esta ciudad, a 3.900 metros de altura, alberga el monasterio de Tashilhunpo fundado en 1447 y es la sede y residencia del Panchen Lama, la segunda autoridad religiosa más importante en el Tíbet, sufrió enormes daños estructurales. Lhasa, la capital tibetana situada a 370 kilómetros al noreste, también sintió el impacto, aunque con menor intensidad. El terremoto también se dejó oir en Katmandu. El alpinista Alex Txikon, que se está recuperando de una operación de urgencia de apendicitis aguda, manifestó que «el terremoto del Tíbet se ha dejado también notar aquí en Katmandú. Una fuerte sacudida nos ha sacado esta mañana de la cama. Después del susto y de salir pitando del hotel, hemos pasado el día tranquilos. Parece que todo por aquí está bien y yo cada día me encuentro mejor».
El epicentro, ubicado a una profundidad de solo 10 kilómetros, exacerbó la fuerza destructiva del terremoto. En la ciudad de Tingri, cerca de la frontera con Nepal y a 85 kilómetros del monte Everest, las construcciones de barro y ladrillo se desmoronaron por completo, lo que aumentó el número de víctimas y heridos. Según imágenes difundidas por la televisión estatal china CCTV, los escombros cubren calles enteras, y vehículos han quedado parcialmente sepultados bajo los restos de edificios colapsados. Un habitante local de Tingri relató que «las casas aquí están hechas de tierra. Cuando ocurrió el terremoto, muchas se derrumbaron al instante.»
Jost Kobusch sorprendido por el terremoto en el Everest
El alpinista alemán Jost Kobusch, inmerso en su ascenso invernal al Everest por la exigente arista oeste, se encontraba en el Campo 1 (a 5.700 m) cuando el terremoto sacudió la región del Tíbet. Kobusch, que ascendía en solitario sin sherpas ni oxígeno suplementario, decidió descender de inmediato, tras sentir las vibraciones del sismo. Hace una semana, alcanzó los 7.537 m, un hito de su proyecto en la montaña.
Rescate contrarreloj en condiciones extremas
Los equipos de rescate trabajan sin descanso para encontrar supervivientes entre los escombros, enfrentándose a temperaturas que pueden descender hasta los -16°C durante la noche. La oscuridad y el frío extremo complican las tareas de salvamento en una región de difícil acceso y altitud elevada. Hasta el momento, se han registrado ocho réplicas de menor magnitud, según el Centro de Redes Sísmicas de China. Aunque la posibilidad de un nuevo sismo de gran magnitud es baja, las réplicas generan temor y aumentan la dificultad de los rescates.
Impacto humano y material
Se estima que unas 7.000 personas viven en un radio de 20 kilómetros alrededor del epicentro, muchas de las cuales han perdido sus hogares. Los hospitales locales están desbordados, atendiendo a cientos de heridos trasladados desde las zonas afectadas. En total, el terremoto dejó a su paso más de un millar de edificios destruidos y daños significativos en infraestructuras esenciales como carreteras y hospitales.
Reacciones y controversias políticas
El desastre ha reavivado tensiones políticas en la región. El gobierno tibetano en el exilio, con sede en la India, acusó a Pequín – China se anexionó el Tibet en 1950– de negligencia ambiental y explotación de recursos. Dolma Tsering, vicepresidenta del Parlamento tibetano en el exilio, manifestó que «desde la ocupación del Tíbet, China ha explotado los recursos naturales sin preocuparse por la preservación del medio ambiente. Esto ha llevado a un aumento de desastres provocados por el hombre».
Por su parte, las autoridades chinas han desplegado equipos de rescate y asistencia humanitaria en las zonas afectadas. Sin embargo, la comunidad tibetana critica la falta de preparación y la respuesta tardía ante este tipo de desastres, que son comunes en la región debido a su ubicación en la intersección de las placas tectónicas euroasiática e india.
El Tíbet, una región vulnerable a los terremotos
Los sismos en el Himalaya son frecuentes debido al choque continuo entre las placas tectónicas de Asia e India. Sin embargo, este terremoto es uno de los más devastadores registrados en años recientes, debido a que ocurrió en una zona relativamente poblada y en una región con infraestructuras vulnerables. En 2015, un terremoto en Nepal cercano a esta misma área dejó casi 9.000 muertos, evidenciando la fragilidad de las construcciones tradicionales y la falta de preparación para emergencias en las zonas montañosas del Himalaya. El desastre también pone en el foco la necesidad de mejorar las infraestructuras en áreas de alto riesgo sísmico, así como de garantizar una planificación urbana más resistente. Para los tibetanos, la tragedia es un recordatorio de la fragilidad de su tierra y de la necesidad de un enfoque más sostenible y colaborativo en la gestión de desastres.
Respuesta internacional y el mensaje del Dalái Lama
La tragedia ha movilizado una respuesta internacional ofreciendo ayuda humanitaria. A nivel local, las comunidades tibetanas están organizando esfuerzos para distribuir alimentos, ropa de abrigo y refugio temporal a las personas desplazadas. El Dalái Lama, líder espiritual del budismo tibetano, envió un mensaje de condolencias desde su exilio en la India, instando a la comunidad internacional a ofrecer apoyo a los afectados y pidiendo unidad para enfrentar esta catástrofe. El devastador terremoto que sacudió el Tíbet deja una profunda huella en la región del Himalaya, afectando tanto a sus habitantes como a su legado cultural y espiritual. Mientras las tareas de rescate continúan, el mundo observa con solidaridad y preocupación, reconociendo la necesidad de una respuesta global ante esta tragedia que ha golpeado el techo del mundo.
