◄ Los Juegos Olímpicos de invierno de PyeongChang han ayudado a un acercamiento entre las dos Coreas que hace unos meses parecía imposible.
La inauguración de los XXIII Juegos Olímpicos de invierno de PyeongChang han comenzado con una deslumbrante puesta en escena de luz, fuego y escenografía, tal como mandan los cánones de las ceremonias olímpicas contemporáneas. La organización coreana ha preparado un espectáculo de más de dos horas de duración con referencias constantes a las tradiciones del país y con un mensaje de paz y unidad muy presente. Las dos Coreas han escenificado su reciente distensión y los atletas han desfilado juntos y bajo una misma bandera, la que representa, en azul, la Península Coreana unida sobre un fondo blanco. El Norte comunista y el Sur capitalista llevan divididos desde 1950.
El desfile conjunto de los dos países fue el gran epicentro de la ceremonia y desató una sonora ovación de los 35.000 espectadores que llenaron el estadio olímpico del condado surcoreano de PyeongChang, a 180 kilómetros al este de Seúl, la capital de Corea del Sud. Bajo la bandera de la península coreana portada por la jugadora norcoreana de hockey hielo Hwang Chung-gum y el piloto surcoreano de bobsleigh Won Yun-jong, más de un centenar de deportistas de ambos países desfilaron entusiasmados, una estampa que no se veía en unos Juegos desde Turín 2006.
El país anfitrión, Corea del Sur, aporta 144 deportistas, mientras que Corea del Norte ha llevado a 22, todos ellos invitados por el COI y en el que se cuentan las 12 jugadoras de hockey sobre hielo que se han integrado con compañeras sureñas en un equipo unificado, el primero que presentan los dos países desde 1991.
A continuación, con una conmovedora puesta en escena, se interpretó en el estadio el «Arirang», canción tradicional coreana por excelencia que es considerada el himno no oficial de los dos países y que narra la dramática historia de dos amantes que han sido separados. El ambiente distendido y alegre de la grada no se ha vivido en el palco vip del estadio donde si ha habido tensión política. El presidente honorífico de Corea del Norte, Kim Yong-nam, y Kim Yo-jong, hermana del líder norcoreano Kim Jong-un, que ha sido el primer miembro de la dinastía Kim en viajar al país vecino.
En el mismo palco estuvieron también mandatarios que hasta hace unos meses no se habrían sentado junto a la pareja norcoreana: el vicepresidente de EEUU, Mike Pence, el primer ministro nipón, Shinzo Abe, y el presidente del país anfitrión, Moon Jae-in, uno de los principales artífices del deshielo olímpico intercoreano. El vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, y los lideres norcoreanos se han evitado en todo momento.
El presidente del Comité Olímpico (COI), Thomas Bach, se mostró orgulloso del «poderoso mensaje de paz lanzado a todo el mundo» durante la apertura. «Todos los deportistas, los espectadores en el estadio y los que nos siguen por televisión, todos nos hemos emocionado y os apoyamos en este mensaje de paz. Unidos en nuestra diversidad somos más fuertes», afirmó Bach, entre los aplausos del estadio.
Eguibar, abanderado
La pequeña delegación española participante en los Juegos, formada por trece deportistas, desfiló en la ceremonia liderada por un sonriente Lucas Eguibar. No desfilaron el patinador Javier Fernández y los esquiadores de alpino Quim Salarich y Juan del Campo, que, aún no han llegado a Corea, y la snowboarder Queralt Castellet.
El rider vasco, que cumplía 24 años, ha disfrutado mucho en su papel de abanderado. El equipo español desfiló en el trigésimo octavo lugar entre los 92 paises participantes, que salieron al estadio, como es tradición, encabezados por Grecia, país cuna de los Juegos Olímpicos. España siguió a Suiza y precedió a Eslovaquia, siguiendo el orden establecido por el alfabeto surcoreano.
La delegación de Andorra ha desfilado con sus cinco miembros al completo y con la fondista Ireneu Esteve, 21 años, de abanderada. Los otros eran los esquiadores de esquí alpino Mireia Gutiérrez, que afronta sus terceros juegos, Joan Verdú y Marc Oliveras. El quinto era Lluís Marin especialista en snowboardercross, pero al que las lesiones han impedido mantener su alto nivel competitivo. En esta ocasión Andorra acostumbrada a desfilar en las primeras posiciones lo ha hecho en la posición 47, entre Aserbaidjan y Albània.
En los de PyeongChang participan 2.925 deportistas. Estados Unidos presenta el mayor número de deportistas 242 -cifra récord en unos JJOO de Invierno-, mientras que Rusia, otra de las potencias mundiales en deportes de Invierno, apareció en escena tras la bandera olímpica, después de que el COI haya suspendido a su comité olímpico y prohibido sus símbolos en los Juegos, como castigo por su entramado de dopaje sistemático.
(Copyright/Nacho Casares/COE)
Como es tradicional la simbología del fuego olímpico ha ocupado la parte final de la ceremonia. El último relevo de la antorcha olímpica la han hecho una dos atletas, una del norte y otra del sur. Sin embargo, el momento culminante de la ceremonia lo ha protagonizado la patinadora surcoreana Kim Yuna, una deportista venerada en el país que ha sido la encargada de poner en marcha la impresionante columna de fuego que ha encendido el pebetero que se mantendrá abierto hasta el 25 de febrero.
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