¿Son necesarias medidas para regular el acceso rodado a la montaña?

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Los accesos a la montaña en automóvil deben controlarse para evitar masificaciones. (Copyright/Will Creswick/Unsplash)

La gestión y control del tráfico rodado en la montaña y en espacios naturales se impone para evitar su degradación.

El debate sobre el control y la regulación del acceso rodado a algunas zonas naturales, no únicamente el acceso a camper y autocaravana, sino a la totalidad de vehículos a motor sigue muy presente. Como en toda modificación de la normalidad, los hay detractores, y los hay a favor de la posible restricción. Personalmente me gustaría analizar el por qué se llega a este punto y porqué pienso que se debe regular. Una opinión personal que puede o no ser compartida. ¿nos hemos parado alguna vez a pensar quien vive en ellas, o a quien pertenecen esas sendas, pistas o prados en los cuales nos sentimos en libertad?

¿nos hemos parado alguna vez a pensar quien vive en ellas, o a quien pertenecen esas sendas, pistas o prados en los cuales nos sentimos en libertad?

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La administración debe regular los accesos a los espacios naturales de montaña donde la masiva afluencia de vehículos particulares es negativa para su entorno. (Copyright/Tim Foster/Unsplash)

Somos muy dados, posiblemente porque buscamos apurar o aprovechar el tiempo al máximo inducidos por el frenético ritmo que se vive en las ciudades, a buscar el camino que nos entra hasta las entrañas de la montaña. Y a todos nos gusta que las pistas que nos brindan ese acceso rápido estén en buen estado, pero pocos somos conscientes que esas carreteras de tierra tienen un mantenimiento, aunque desde la distancia nos pueda parecer que todo sucede y se mantiene por arte de magia. En la mayoría de los casos son pistas que dan acceso a fincas privadas, porque si, la montaña tiene propietarios, o incluso cruzan la propia propiedad privada encontrándose dentro de la misma.

Sea cuál fuere la titularidad del terreno, como caminos rurales con entrada y salida, pertenecen al consistorio titular del término municipal dónde se encuentra, en su gran mayoría municipios pequeños, y los mimos y cuidados de ese acceso también son responsabilidad del ayuntamiento, minúsculo si lo comparamos con las potentes ciudades densamente pobladas. Pueblos que no superan los 200 o 300 empadronados, a lo sumo. No cuesta mucho pensar que son pueblos con poca capacidad económica.

Las administraciones implicadas deben estudiar y regular cada caso independientemente dada la variedad de conflictos que se pueden dar

Si hemos llegado a esta situación, buena parte es por la sociedad donde vivimos, muy dada a omitir las normas y desobedecerlas por defecto o desconocimiento. Por todo ello, a lo largo de los años, nos hemos ganado la desconfianza de la gente de montaña. La invasión de vehículos aparcados en zonas privadas o accesos a ellas, barrando el paso a los lícitos propietarios conlleva las normales quejas de estos. Y la pelota de hace grande, muy grande, con las consecuentes regulaciones. Hablar de un sistema unificado de gestión es una utopía, un imposible. Las administraciones implicadas deben estudiar cada caso independientemente dada la variedad de conflictos que se pueden dar.

Una de las soluciones podría pasar por habilitar y definir una zona aparcamiento que genere el mínimo impacto ambiental, con plazas limitadas, en los actuales “parkings naturales”, y otro, gratuito, en el mismo pueblo. Una barrera de acceso, con un peaje acorde a las necesidades del territorio, en la salida del último núcleo habitado permitiría controlar el número de vehículos diarios. A su vez el peaje, que debería ser acorde con la función a la que se destina, ayudaría a la buena conservación de la carretera o acceso de montaña, y muy posiblemente, permitiría dar una bocanada de vida a los núcleos, que dejarían de ser únicamente un grupo de casas de paso, a ser unas calles con vida.

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La regulación del acceso rodado a la montaña cuando alguna zona se masifica durante periodos puntuales de vacaciones es necesaria. (Copyright/Juan Goyache/Unsplash)
Cuando una zona se masifica, gestionar los accesos es importante por varias razones;

● Proteger y minimizar el impacto que tenemos sobre el ecosistema local

● Mantener un equilibrio razonable entre visitantes y territorio. El turismo es una fuente de
ingresos más de las zonas de montaña.

● Educación y concienciación medioambiental, para la actual y para las nuevas generaciones.

Entiendo las voces que claman que pagar para acceder a la montaña es pura recaudación. Estas voces deben entender que no todo se basa en recaudar sin más, y menos en los micro pueblos,  y es que una pista forestal o camino rural no pertenece a la red nacional de carreteres

El mantenimiento de los accesos a la montaña otro caballo de batalla

Parece normal y lícito que, si el consistorio tiene la potestad sobre el camino, y realiza su mantenimiento, también tenga la potestad legal y moral de modificar la normativa de acceso y adecuarla a la demanda de usuarios y protección de la naturaleza actual.

Cuando hablamos de mantenimiento hablamos de la limpieza de los arcenes, sea desbrozando o con quemas controladas. Hablamos de la restauración de los márgenes de piedra que definen los límites del camino, de la reapertura de la pista después de un desprendimiento de rocas, muy comunes después de épocas de lluvias o nevadas intensas, e incluso hablamos de la limpieza de residuos generados durante nuestra visita. Y podríamos seguir…

Buscar soluciones para evitar la degradación por masificación de los espacios naturales

No se trata tanto de buscar culpables, como de buscar soluciones para evitar un mal mayor, que desembocaría en una degradación a marchas forzadas de ese espacio natural. El problema lo hemos creado entre todos, muchas veces por nuestra ignorancia sobre el ecosistema en el que nos encontramos, que lo entendemos como un igual al parque público de nuestro barrio. Y no es así. Aún estamos a tiempo de solucionarlo.

¿Cómo podemos ayudar nosotros?

● Evitaremos entrar en prados o campos siempre que no estén delimitados como zonas de aparcamiento. Podemos estar entrando en una propiedad privada, aunque el acceso no tenga ninguna barrera o cadena.

● No estacionaremos ni pernoctaremos en zonas dónde podamos obstaculitzar el paso de otros vehículos o tractores, estos últimos más anchos que un turismo.

● Si llegamos a destino y nos encontramos una saturación de vehículos, mejor dar media vuelta y cambiar de planes, buscando una nueva ruta.

● Revisar a conciencia el lugar antes de partir, eliminando cualquier rastro de nuestro paso.

● La basura generada volverá con nosotros hasta el primer contenedor, y si es el caso, viajará de vuelta a casa.

● Evitar zonas masificadas, planificando nuestros entrenos en rutas alternativas, que a su vez nos permitirán conocer nuevos senderos y terrenos. Tenemos herramientas como el GPS y el mapa, y profesionales como los guías de montaña, que nos facilitaran nuestra inmersión en las nuevas rutas.

En mi opinión, no se trata de no poder disfrutar de la naturaleza, de sus noches o amaneceres, nadie nos quiere alejar del monte, únicamente nos piden que lo respetemos. Sea como sea, siempre será mejor una regulación pactada, que permita a su vez gestionar mejor la protección de la flora y fauna de los montes, que una prohibición total de acceso. Esta última, por el bien común de todos, en ningún caso debería ser una de las posibles soluciones, y en nuestras manos está el no llegar a ella.

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    Un comentario

    1. Hola,
      Totalmente de acuerdo.
      Tenemos que respetar nuestro entorno natural para poder seguir disfrutando de él.
      El monte y la naturaleza se disfruta andando, no en coche.
      Un saludo!!

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